Homilía para la Epifanía - Años ABC
P. Roberto Corral, OP
Iglesia Holy Rosary, Antioch, CA
7 de enero de 2018


Título: Recorrer el Camino
Tema: Dios nos llama a seguir el ejemplo de los reyes magos y buscar a Jesús con todo nuestro corazón.
Lecturas: Isaías 60, 1-6; Efesios 3, 2-3, 5-6; Mateo 2, 1-12
 

He compartido con todos ustedes anteriormente que cuando era un joven de 22 años, me enamoré de Jesús. Otra forma de decir esto es que yo recorrí un camino interior hacia mi corazón, y allí encontré al Señor. Y ese recorrido y ese encuentro han marcado toda la diferencia en mi vida desde entonces. Por eso, soy dominico y sacerdote.
 
Hay un dicho que pueden haber oído antes, que el camino más largo y más difícil del mundo es de solo 30 centímetros. Es el camino que va de aquí hasta aquí (punto desde mi cabeza hasta mi corazón) – desde nuestras cabezas hasta nuestros corazones – y es el camino de la conversión. Y eso es exactamente lo que me sucedió cuando tenía 22 años. Siempre fui una buena persona, un buen católico, y amaba mucho a Dios. Pero no fue hasta ese momento cuando tenía 22 años que ealmente experimenté a Jesús en mi corazón de una manera que nunca había tenido antes, donde me di cuenta de lo mucho que me amaba. El camino más largo y más difícil del mundo es de solo 30 centímetros, desde aquí hasta aquí. Creo que es un dicho muy perspicaz porque no nos movemos mucho para nada ni para nadie si no lo sentimos en el corazón, ¿no es cierto? Pero una vez que recorrimos el camino a nuestro corazón, o sea, una vez que llegamos a creer o a desear algo con todo el corazón, haremos casi cualquier cosa para realizar ese deseo.
 
Durante la temporada de Navidad, se puede decir que celebramos tres grandes caminos. El primer gran camino, por supuesto, es el que recorrió Jesús por dejar a su divinidad y convertirse en un ser humano. Ahora ¡eso es un camino! Es un camino infinito que tú y yo ni siquiera podemos comenzar a comprender. Aun así, me atrevo a decir que ese camino de Jesús comenzó en su corazón, porque fue el amor infinito de Jesús para nosotros, los humanos, lo que lo motivó a sacrificar todo para convertirse en uno de nosotros, a vivir entre nosotros y a sufrir y morir por nosotros. Nos tomará toda la vida y, de hecho, toda la eternidad para comprender el significado de ese gran camino que recorrió Jesús para nosotros.
 
El segundo gran camino que celebramos durante la temporada de Navidad es la fiesta de la Epifanía de hoy en donde celebramos el camino de los reyes magos hacia Belén para venir y adorar a Jesús.
Ahora, no sabemos mucho sobre estos hombres sabios: quiénes eran, de dónde eran, cuántos habían si eran reyes o astrólogos u otra cosa o qué les sucedió después. Y eso está bien porque esos detalles realmente no son tan importantes. Lo que fue importante para Mateo y su comunidad cuando escribió este Evangelio fue el hecho de que hayan recorrido ese camino.
 
Hay una tradición que dice que los magos viajaron durante tres años en su búsqueda para encontrar a Jesús. Entonces estas personas fueron dispuestas a hacer un gran compromiso y un gran sacrificio en dejar atrás su país, su cultura, su comodidad, sus hogares y sus familias, todo lo que conocían y amaban. Tampoco tenían una idea de lo que iban a encontrar, pero estaban dispuestos a dar un salto de fe para seguir la luz de una estrella hacia lo desconocido y lo incierto. ¿Y por qué estaban dispuestos a hacer todo esto? Porque ya habían recorrido el camino hacia sus corazones. Es decir, que ellos creían que este niño que iba a nacer era tan importante que sabían que tenían que verlo con sus propios ojos. No mandaron a sus siervos ni a nadie más; vinieron ellos mismos. Y estaban dispuestos a hacer cualquier sacrificio para obtener el deseo de sus corazones.
 
Creo que muchos de ustedes han recorrido semejante camino para venir a este país, ¿qué no? Y lo hicieron, en la mayoría de los casos, porque querían con todo su corazón una mejor vida para ustedes mismos y para sus familias, ¿verdad? Así que, esos caminos difíciles y peligrosos siempre comienzan en el corazón.
 
El tercer gran camino de la temporada de Navidad es el que nos toca a nosotros hacer. Dios quiere que hagamos el recorrido a nuestros corazones para encontrar a Jesús. Si nunca hemos hecho ese recorrido antes, o aun si lo hemos hecho muchas veces, cada temporada de Navidad es una oportunidad para que experimentemos a Jesús de una manera más profunda. Pero para hacer eso, tenemos que ser como los magos: tenemos que ser buscadores dispuestos a sacrificar cualquier cosa para encontrar a Jesús cara a cara y corazón a corazón. El problema para muchos de nosotros católicos es que nuestra fe es simplemente un conocimiento que tenemos en la cabeza o una lista de cosas en las que creemos. Ahora bien, en un par de minutos, todos nos vamos a ponernos de pie y hacer precisamente eso: profesar una lista de cosas que creemos. Pero nuestra fe es mucho más que eso. Nuestra fe no es solo un montón de grandes creencias o ideas o una filosofía o teología profunda, ni mucho menos, simplemente un gran número de reglas y regulaciones. En última instancia, nuestra fe es un encuentro personal y de corazón a corazón con Jesucristo. ¿Amén? ¡Amén!
Nuestra fe no se trata simplemente de saber algo de Jesús, ¡sino de conocer a Jesús! Y hay una gran diferencia entre esas dos cosas.
 
Lo que quiero preguntarles hoy es si han recorrido el camino a su corazón para tener ese encuentro con el Señor. ¿Qué estás dispuesto a dejar atrás, dispuesto a arriesgar, dispuesto a sacrificar para encontrar a Jesús de una manera más completa, profunda y significativa en tu vida? ¿Es tu religión una religión cómoda de simplemente cumplir con tus obligaciones con un compromiso mínimo que no te desafía y no requiere ningún sacrificio? O ¿es tu religión una aventura que te reta a crecer y a desarrollarte por seguir una estrella hacia lo desconocido y lo incierto? Ese último tipo de religión es bastante difícil y espantoso, pero vale la pena.
 
Mis hermanos y hermanas, los reyes magos en el Evangelio de hoy nos muestran que Jesús debe ser buscado a expensas de todo lo demás, y que tiene que ser experimentado personalmente; o sea, no sólo aquí (apuntar a mi cabeza), sino sobre todo aquí (apuntar a mi corazón). Vivir el camino de los reyes magos es recorrer el camino a nuestros corazones, y allí encontrar al Señor, y también encontrarnos a nosotros mismos.